viernes, 18 de abril de 2008

Grises y fuegos


Si el contorno de nuestra vida se ve continuamente de color gris, y no sólo lo digo en referencia al humo que nos inunda esta semana, probablemente nuestra realidad sea entendida como algo triste y sin sentido.
Cuando todos los días al despertar sabes ya lo que va a pasar y lo único que queda por ver en esas horas despierto es si el bondi llegó y 10 o y cuarto... o ¿cuantos autos chocaron hoy?... la vida terminará necesariamente siendo gris.
Y le daremos, una vez más la razón a ese gigante que nos hablaba de los “fuegos que no arden”.
Como autómatas nos dirigimos a la ducha, no importa si quema o no, simplemente debemos pasar unos 10 minutos debajo de su lluvia.
Luego volcamos cafés que queman o no se calentaron del todo (por una cuestión de tiempo) al cuerpo, que termina como siempre pagando la cuenta.
Después si tenemos suerte caminaremos poco hacia nuestro destino. Ya que algún vehículo hará ese gasto por nosotros. La panza agradecida, cada vez más grande.
La mañana se pasa extrañando la almohada. El mediodía en charlas vanas. La tarde sentado frente a pantallas que con letras simulan ser libros y con sus imágenes pixeladas albumes de fotos.
Más tarde aún, si sobrevivimos a este miércoles de rutina, emprenderemos el humeante regreso. Para acercarnos, sin fuerzas ya, a nuestro mundo de 2 metros por 2 metros donde nos encerraremos.
La panza crece.
El stress también.
Y las charlas vacías aumentan a pasos agigantados.
Pero es el alma sin embargo quien es cada vez más chica. Qué arda. Qué sea rock.

por peperino.-

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