lunes, 17 de enero de 2011

Hippie-stone-obrero-suburbano

Aquella sucesión de hechos era casi tan repetida como ignorada. Por un lado, algunos miles de seguidores y por otro, una montaña de prejuicios y gambeteadas de miradas. Sin embargo, puertas adentro se reconocían todos, incluso los que nunca se habían cruzado.

Es que las formaciones que atravesaban los barrios insistían en aislarlos del resto. Como si se tratara de una cruzada posmoderna contra el hippismo-stone-obrero-suburbano que se mueve en bicicleta.  

Y ellos aprovechaban. Hacían de esa la parte más viva de cada tren. Allí no se esquivaban las retinas ajenas y se devolvían los saludos, siempre, siempre, indefectiblemente.

¡Vaya paradoja! La lección de abuela clase media instaba a alejarse de ahí. El vagón distinto, de color más oscuro que el resto, tenía que prohibirse. Parecía que inhalar aires dulzones y gritar canciones malinterpretadas por un imitador de Pappo, no tenía que estar bueno.

Igual, a pesar de la mala prensa, y los arrebatos policiales, varios puñados que se resisten a leer las publicidades que ostentas los demás vagones siempre se juntan para tener un mejor regreso.

Cada vez que el tren se detenía se incorporaba uno más a la ronda. El ritual era el mismo: subir, sacarse la remera, estirarla para que no se arrugue, aceptar la ronda, charlar, reir, charlar, reir, ponerse la remera –sin demasiados restos aromáticos-, y bajar.

Despedida simple y afectuosa (un choque de palmas y otro de puños) y a pelear al mar de personas que buscan llegar antes al molinete. Recién ahí llegó el momento de quejarse e insultar. 

lunes, 26 de julio de 2010

El país de verdad



"Te van a mostrar como se hace un país de verdad"

Más voces desde el sur del mundo © 2008. Template by Dicas Blogger.

TOPO