domingo, 8 de junio de 2008

Los sueños no sólo son sueños

Hoy contaré en pocas palabras la historia que me ubica en este presente tan esperado. Yo llevaba una vida prolija, con todos los lujos y comodidades que un caballo podría pretender. Tenía asistente personal, que se ocupaba de todo, que no me falte nada como comida, abrigo, limpieza, entre otras cosas. Pero claro, todo tiene su precio. Año a año me exponían en diferentes eventos rurales, pero todo esto no me alcanzaba para ser feliz.
Cuando llegaba la gran exposición, en la ciudad más importante del país, en lo que al campo se refiere, había algo que llamaba mucho mi atención, mientras esperábamos formados en la fila para nuestra revisación. El evento se realizaba en un salón frete al zoológico que, se puede decir, es uno de los lugares más infame, cruel, inapropiado y terrible en los que se puede alojar un animal. Y miren que paradoja, justamente este lugar, de encierro, se encuentra ubicado en la Avenida del Libertador.
Yo me preguntaba, ¿Cómo sería la vida en ese lugar?, sabiendo que no existe posibilidad de libertad. Esto me hizo reflexionar con respecto a mi vida, porque yo más allá del buen cuidado personal llevaba una vida similar a la de mis camaradas encerrados en esa gran jaula urbana. Por ejemplo, tenía que tener la mejor cara y predisposición a la hora de mi muestra, para que mis cuidadores sean elogiados y premiados. Una diferencia entre nosotros es que yo tenía posibilidades de cambiar mi vida, por muchas razones que, ahora, no perderé tiempo en contar.
Luego de un largo tiempo de meditación decidí fugarme y buscar mi autonomía. Esto lo he logrado una tarde durante mi paseo diario por los campos, privados, de quien dispuso de la vida de casi todos mis antepasados, como hasta ese momento lo hacía con la mía. En un descuido de los empleados del campo salté los alambrados (claro que con mucho miedo de enfrentar lo que vendría), y corrí sin cesar durante cinco horas.
En la primera noche fuera del establo sentí mucho frío, hambre, incertidumbre respecto a lo que haría al día siguiente. Me encontraba rodeado de vegetación y horizontes por los cuatro lados. Poco a poco comencé a experimentar mi nueva vida, conociendo animales que en esa inmensidad vivían. Estos me ayudaron mucho y me presentaron a una dama que llevaba una vida similar a la mía, anterior. Nos veíamos diariamente en sus paseos matinales, yo de un lado del alambrado y ella del otro. Me expresaba sus ganas de venir con nosotros a los campos silvestres, pero ésto no le resultaba tan fácil, ya que el campo disponía de un gran sistema de seguridad.
Su espíritu rebelde y su belleza lograron conquistar mi corazón. Hablé con mis camaradas y expresé mis ganas de liberar a esa dama de la que me había enamorado.
Luego de organizarnos y planear el rescate, llevamos la operación a cabo teniendo un éxito casi impensado, auque esperado, que no sé si se logró por suerte o por un gran trabajo en conjunto.
Una vez libre, emprendimos juntos una vida de amor y felicidad. Y es así como nos encontramos hoy en día LIBRES.
Por Velche.-

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